No es un tono que suela calificarse como neutro (salvo casos muy concretos) y, sin embargo, se está posicionando como uno de los colores más deseados aquí y ahora

Es probable que haya diversos refranes sobre los colores, pero el de vestir de verde es uno de los más conocidos y populares. Las variaciones sobre el dicho de “quien de verde se viste, por guapa se tiene” están ahí para, en cualquier formato, encapsular todo el magnetismo que tiene este color que, para qué mentir, no suele encabezar las listas de tonos neutros, especialmente en sus versiones más vibrantes, como el verde rana o el verde esmeralda. Y aun así, el vestir de verde (casi) de pies a cabeza es un gesto de estilo que lleva varias temporadas intentando posicionarse como uno de los total looks más potentes: empezó siendo el sustituto del millennial pink (en su versión verde menta) para después convertirse en el color de la primavera-verano 2019 y en el del otoño-invierno 2020/2021, lo que nos lleva al aquí y ahora. Porque lejos de desvanecerse, la obsesión por toda la gama cromática que se esconde en el verde no hace sino crecer. Al menos, según los últimos datos (y el street style visible en las redes sociales).

¿Qué verde es el más buscado?

No es solo uno, sino dos, según Lyst (la plataforma de compra de moda), los que están despertando el interés del público: el conocido verde esmeralda y uno más concreto, el verde salvia. Mientras el primero se caracteriza por cierta profundidad, el segundo se mueve en una gama ligeramente más empolvada que parece seguir el gusto actual tanto en materia de moda como de decoración. 

El cliché del buen tiempo

El portal desvela que “la llegada de la primavera ha hecho que las búsquedas para el color verde aumenten un 41% desde principios de mes”, de modo que la tradicional asociación del verde con temperaturas más amables y looks más ligeros queda más que refrendada. Pero hay más: según el libro de Eva Heller Psicología del color: Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón (Gustavo Gili, 2010), la primavera es un 62% verde, un 18% amarillo, un 6% azul y un 5% rosa. “La primavera significa crecimiento, y el acorde del comienzo es blanco-verde”, sostiene la autora. “El verde se convierte en el color simbólico de todo lo que puede desarrollarse y prosperar, continúa para, posteriormente, incidir en que también es el principal componente de la esperanza y la confianza (verde en un 48%, azul en un 18%, amarillo en un 12% y plata en un 5%), una asociación que sigue vigente porque, curiosamente, está “emparentada con la experiencia de la primavera. Las analogías lingüísticas lo revelan: la esperanza germina, como la simiente en primavera. La primavera significa renovación en un tiempo de carencia. Y la esperanza es también un sentimiento al que ha precedido un tiempo de privación”. Teniendo en cuenta el contexto sanitario y sociocultural, la necesidad y búsqueda de aires nuevos y de perspectivas de futuro más amables están más que justificadas, lo que puede influir en este particular ascenso del verde.

Fuente: vogue.es

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